Posverdad

Tras 14 años de idas y venidas políticas, Maru Campos logró lo que parecía imposible: finalizar las tres líneas del Juárez Bus. El sistema BRT, que promete transformar la movilidad en Ciudad Juárez, está listo para enfrentar su prueba más importante: la operación diaria.

Este proyecto ha sido un verdadero campo de batalla. Desde la pugna inicial entre Reyes Ferriz y Reyes Baeza, pasando por la reactivación como ViveBús con Duarte y el limbo administrativo de Corral, hasta el cierre de Maru Campos, el transporte semimasivo ha sido el epicentro de promesas y desencuentros.

La gobernadora, tras adquirir 104 nuevas unidades, asegura que la prioridad fue Juárez. Sin embargo, no todo está dicho: la ejecución del sistema y su impacto real en la movilidad urbana serán el verdadero veredicto de su apuesta.

Mientras tanto, Chihuahua espera su turno con los 40 camiones del Bowí, que arrancarán en 2025. Juárez lidera la transformación, pero el éxito dependerá de que las unidades no solo pasen, sino que cumplan con las expectativas de un público cansado de esperar.

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El anuncio del posible aumento del Impuesto Sobre la Nómina (ISN) del 3 al 4% encendió alarmas en el sector empresarial juarense, que ahora se siente desplazado en una decisión que afecta directamente al empleo formal. 

Líderes del sector empresarial ya dejaron claro que no fueron consultados y, aunque reconocen el valor de un Fondo de Infraestructura, el rechazo es contundente.

El gobierno estatal, representado por Jesús José Granillo, secretario de Hacienda, busca justificar la medida como una solución para robustecer las finanzas e infraestructura del estado. 

Sin embargo, la narrativa choca con una realidad compleja: empresas enfrentando inflación, costos de producción al alza y una recuperación económica incierta.

El Consejo Coordinador Empresarial de Juárez, que agrupa organismos clave como Canaco e Index, advierte que este incremento fiscal podría frenar la creación de empleos y nuevos proyectos. 

Un impuesto sin consenso es un riesgo, no una solución, y el gobierno tendrá que repensar la estrategia si no quiere perder la confianza del sector que sostiene la economía estatal.

La discusión está sobre la mesa, pero el mensaje del empresariado es claro: no se puede construir desarrollo sacrificando al motor que lo impulsa.