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Entrevista con Rosy Carmona, exregidora y priísta de hueso colorado

*Chihuahua abandonado por el Estado y la Federación

*Priístas vemos oportunidad por malos gobiernos

*Es más dura la pobreza en la ciudad

*Nacimos en una cueva…

Por: Redacción 27 Marzo 2021 08:12

La entrevista

¿Cuál es su nombre?

Mi nombre es Rosy Carmona y soy priísta de hueso colorado, exregidora del Ayuntamiento.

Estoy casada con Luis Quintanar y somos padres de una niña de un año 5 meses que se llama Luisa Fernanda.

¿Cuál es su origen?

Soy originaria de Nonoava, cabecera de un municipio situado al noroeste del Estado y que cuenta con poco más de 3 mil habitantes, soy la penúltima hija de mi mamá que tuvo 14 y le sobrevivimos 9 y también la hija 22 de 24 hijos que tuvo mi papa.

Mi mamá se llama Olímpida Carmona y mi papá Arnoldo Palma, de la familia donde me críe, que es la de mi madre, el mayor de mis hermanos se llama Homero, le sigue Juan, después Bulmaro, Víctor, Esmeralda, Zulema, Remi, yo y la más pequeña es Isabel.

Mi historia de vida comienza en los 80s en una cueva de Nonoava donde literalmente nací con la ayuda de mi tía Patrocinia que era como la partera, doctora y lo que se necesitara.

Ese primer hogar lo construyó mi mamá con sus propias manos a base de piedras y lodo y en la actualidad todavía se pueden observar cómo las fue apilando y amontonando para que sirvieran de paredes.

¿Son tarahumaras?

No somos de esa etnia aunque toda nuestra vida la hemos pasado de la misma manera en que ellos, mi mamá durante sus partos se sujetaba de un árbol para dar a luz y se curaba con yerbas medicinales, además de que todo lo que vivió se asemeja a lo que lamentablemente tienen que sufrir los integrantes de nuestros pueblos originarios.

Aun y cuando mi mamá nos enseño una vida rodeada de amor, en nuestro origen no venimos precisamente de ese bello sentimiento ya que mi mamá cuando tenía entre 13 y 14 años se quedó huérfana bajo la tutela de un hermano que era adicto al juego.

Así empezó su calvario, mi mamá nos dijo que mi tío apostaba todo lo que podía y que de pronto la familia se quedó hasta sin cobijas, el perdió la casa y los dejó en la calle.

La última apuesta que hizo es una historia muy triste, apostó a mi mamá cuando tenía 13 años y pese a ello, mi madre es una persona que ha sabido sobrellevar esa pena, ahora es feliz y no es rencorosa porque allá, en Nonoava, es parte de lo que solían sufrir algunas personas y podía ser hasta común.

Me contó que mi padre, -ganador de la apuesta-, era 20 años mayor que ella y que después de llevarla a un cuarto la encerró por lo que se dio cuenta de que sería el hombre para toda su vida.

Nos dijo que luego de esa situación, la comenzó a visitar esporádicamente y en cada visita, mi mamá estuvo embarazada 14 años de su vida a partir de que se le logró su primer hijo.

Yo venía con el cordón umbilical enredado en el cuello y pese a que mi mamá pensó que no iba a vivir como otros de mis hermanos, logré superar esa situación aferrándome a la vida desde los primeros instantes.

Gracias a la gran calidad de ser humano que tiene mi mamá, nos hizo que los integrantes de su familia sintiéramos su amor y no nos dijo nada de su vida durante nuestra niñez.

Nunca se quejó, y ahora que ya puede abrir su corazón es cuando nos comenta que fue víctima de violencia pero que no conocía otra cosa y pensó que era lo único que existía.

Además de todo lo anterior vivimos en extrema pobreza durante muchos años, yo recuerdo que era la típica niña formada en las filas esperando algo, ahora que me ha tocado llevar apoyos a colonias populares o la zona rural del municipio de Chihuahua me reflejo en esas pequeñas.

Vivir en la pobreza en el campo, sin juguetes ni los recursos de las grandes ciudades, me ocasionaron que nunca pudiera tener una muñeca Barbie, pero tenía todos los árboles, los cerros y cuando voy a Nonoava procuro subir alguna colina para seguir conservando mi identidad.

Defender nuestro origen nos define y si logramos algo en la vida es en base a lo que fuimos y lo que seguimos siendo, no me gusta que me digan licenciada ni maestra, porque considero que nos define más lo que nos formó de niños que lo que estudiamos en la universidad.

En mi familia a lo más que se podía aspirar es a que al llegar a los 12 años de edad, tuvieras que salir a trabajar fuera de Nonoava para aportar al gasto de la casa, sin embargo comenzábamos desde los 6 años con el trabajo en el cultivo de la tierra.

Cuando debes desyerbar la parcela y de pronto te sale una víbora de cascabel, lejos de temer, la experiencia te forma como persona y aprendes a que muy pocas cosas te quiebran.

En la familia nunca hubo alguien que aconsejara el estudio y la meta al llegar a los 12 años no era la de únicamente aportar a la casa, sino la de ser autosuficiente y comprar lo que necesitabas con tu esfuerzo.

Cuando se llegaba a esa edad de inmediato se iban a trabajar a los Estados Unidos y la mayoría allá vive y siguen trabajando en el sueño americano, los que nos quedamos fuimos, mi hermano mayor, yo, y mi hermana menor.

¿Cómo estudio?

Bueno desde niña me gustó la escuela y la primaria la realicé en Nonoava, no iba a entrar como la mayoría de mis hermanos, pero una maestra a la que considero un ángel de vida, le dijo a mi mamá que si no entrabamos los que teníamos edad de estudiar, nos iba a llevar de la Cueva a el DIF.

Esto la hizo que nos llevara a clases y cuando una de las hermanas mayores terminó el sexto grado de primaria, para nosotros fue como si se hubiera graduado de la universidad.

Las condiciones precarias en la casa nos tenían prohibido el consumo de refrescos y hasta la fecha no tomo sodas porque nunca tuvimos para comprarlas en La Cueva.

No había servicios básicos como la luz y el agua potable, teníamos aparatos de petróleo con una mecha, un Quinqué.

Nuestra canasta básica en La Cueva estaba compuesta de lagartijas, víboras de cascabel, conejos, ardillas y lo que nos diera el campo como lo quelites, las verdolagas y el maíz cuando había cosechas.

Estaba estudiando la primaria cuando mi mamá decidió venir a probar suerte a la ciudad de Chihuahua y cuando llegamos supimos la diferencia entre la pobreza de la zona rural y la pobreza de la ciudad.

Primero, en el campo casi siempre tienes que comer, hay muchos recursos que nos da, a la gente le parece raro que si veo un nopal en el súper, lo compro y me lo como en penca.

Me gusta, así lo comía en Nonoava, nada mas lo cortaba, le quitaba las espinas y le ponía sal, allá en el rancho sentía hambre, había nopales y los cortaba para disfrutar de sus propiedades alimenticias, lo mismo con las tunas.

Cuando cocino el nopal lo hago con todas sus babas porque así lo comíamos allá, tiernito y cuando venimos a Chihuahua supe realmente lo que es pasar hambre y no saber qué hacer.

Mi mamá para podernos dar de comer empezó a trabajar como empleada doméstica de lunes a sábado y solamente la podíamos ver los domingos por lo que nos tocó navegarnos mucho tiempo solas.

Primero vivimos con una amiga de mi mamá, después con unos tíos y cuando tuvimos casa, nos llegamos a quedar solas cuando yo tenía 8 y mi hermanita 6 años de edad.

Hacíamos todo el día lo que queríamos pero estábamos expuestas a los peligros, desde accidentes con la estufa hasta quedar cerca de los grupos de pandillas de cholos en la Colonia Morelos que está enseguida de la Colonia Martín López.

En ese entonces no entraban los camiones a la colonia que también era conocida como Peñas Blancas, de ahí surgieron más ángeles de vida que fueron mis maestras, que al saber nuestra situación estaban pendientes de nosotras.

Uno de mis hermanos que ya salió de sus problemas de adicción si convivió con los grupos de cholos y otras pandillas del barrio, por lo que comenzó a llevarlos a la casa para consumir alcohol y otras sustancias.

Se lo comenté a la maestra, que habían  llegado amigos de mi hermano que inhalaban harina, porque eso era lo que yo veía, y me pidió que cuando viera eso tomara a mi hermanita y me saliera de la casa.

La educación primaria la terminé en la escuela Juan Jacobo Rousseau que está atrás del Parque Acueducto, ahí conocí a la gente importante que iba a la escuela.

Mi hermano Homero me dijo que podía volver a Nonoava a estudiar la secundaria mientras vivía en su casa.

Para ese tiempo yo ya había trabajado en muchos lugares, desde empleada doméstica, despachando en las tiendas, como empleada de El Cañonazo o en Zapaterías Tres Hermanos, ahora sí que me pasié por toda la Libertad y me volví una experta en sobrevivir.

Siempre vi que mis compañeros llevaban dinero para comprar en el receso y para mí eso no existió, desde la primara, hasta la universidad nunca llevé un sólo peso para gastar, viví al día y con dos cambios de ropa que tenía.

Lejos de convertirse en una limitante, esa carencia de dinero me daba más fuerza porque a pesar de vivir con esas limitaciones, siempre fui muy buena para pedir, no para mí, sino para los demás.

Nunca me he sentido menos, en Nonoava ya en la secundaria en el primer grado me convertí en presidenta de la sociedad de alumnos y también participé y gané el concurso de la Flor más Bella del Campo.

Salí como el tercer mejor promedio de la Secundaria y fue cuando me di cuenta que todo dependía de mí por lo que decidí ir por el primer lugar de calificaciones en el Bachillerato y lo logré.

Una ocasión llegó el candidato del PRI al Gobierno del Estado, el licenciado Reyes Baeza, y me tocó dirigir la cabalgata que le habían preparado.

El licenciado Reyes Baeza me comentó que le había gustado el pueblo y sobre todo la gente de Nonoava.

Cuando me preguntó que si iba a seguir estudiando, le comenté que buscaba llegar a ser maestra y que la única escuela que reunía las características que yo requería era la Normal de Saucillo ya que era gratuita.

Me dijo que él era abogado, que si quería ser licenciada en derecho, y le contenté que desconocía todo el procedimiento que se requería para entrar a la Facultad de Derecho y le encargó a su asistente que me apoyara en lo que necesitara.

El licenciado Octavio Acosta, que en paz descanse, empezó a darle seguimiento al encargo del licenciado Baeza y me daba carrilla para que sacara la ficha, hiciera el examen y finalmente ingresara a la Universidad Autónoma de Chihuahua.

Cuando quedé en la Facultad le dije a Tavo que de nada serviría porque cobraban 3 mil 500 pesos y no los tenía por lo que me los prestó y así dieron inicio mis estudios superiores.

Después le perdí la pista a Tavo hasta que fui a una Conferencia de Octavio Acosta, pero que resultó ser el hermano de Otoniel Acosta.

Cuando entré a la Facultad también entró Rosita, una muchacha rarámuri que contaba con todo el apoyo del director, Rubén Portillo, era lógico que así fuera, porque no había otra joven de nuestros pueblos originarios en la institución.

En mi caso no hubo más que la ayuda de Tavo que me prestó para inscribirme, pero cuando solicite una beca, el director no entendía que ambas teníamos las mismas carencias, pero a mí no me apoyaban como a ella que hasta vale le daban para que fuera a comer a la cafetería.

La realidad es que no me tocó ser tarahumara y por eso no tenía la facilidad de recibir una beca, no obstante que vivíamos en igualdad de circunstancias y con grandes carencias, finalmente el licenciado Portillo me entendió y me consiguió apoyo.

Nunca me ha dado vergüenza pedir las cosas si son para alcanzar objetivos personales y avanzar en los proyectos.

De hecho cuando el licenciado Acosta me prestó para inscribirme, llegó primero que yo un joven que alcanzó el último turno para clases a las 7 de la mañana, le explique que si podía, me diera la oportunidad de solicitar ese lugar ya que para estudiar debía trabajar por las tardes.

El muchacho con justa razón no quería, pero lo acompañaba su papá que después supe que era el diputado César Cabello, y quien le indicó a su hijo, sin conocerme, que me diera su lugar porque yo lo necesitaba el horario más que el.

De salida me vieron caminando por la Avenida Universidad, se detuvieron y me llevaron a la casa.

Cuando menos pensé ya iba en cuarto semestre y dado que los camiones ya no subían, porque los apedreaban, caminaba desde Plaza la Sierra hasta la colonia Morelos, de modo que al registrarse una riña de las pandillas, paraban y decían: “esperen a que pase la licenciada”, jajajaja, eran Los Onceavos, Los Morelianos y Los Jomis.

Creo que siempre seré priísta

Pienso que invariablemente voy a estar en el PRI, creo que debemos ser agradecidos y yo lo soy con quienes me han apoyado y también con mí partido.

Cuando el PRI estaba en la Pacheco, enfrente estaba un Pollo Feliz y vendían las flautas de pollo de a una por una o por paquete, la individual costaba 3 pesos, así que cruzábamos la calle y ahí comíamos barato.

Estuve primero como becaria con 500 pesos a la quincena pero valía la pena estar en donde había los recursos de hojas, copias y computadoras, algo que afuera costaban muy caros.

Por fortuna cuando la contadora del PRI, Mary Campos, se dio cuenta de nuestras carencias nos juntó a los 9 foráneos, que proveníamos de Nonoava, Guachochi, San Juanito y de otros pueblos, y gracias a ello no volvimos a sufrir el hambre.

El presidente era el licenciado Sergio Granados y siempre estaré agradecida por su apoyo en permitirnos trabajar y usar las computadoras para las tareas que nos encargaban.

Otro de los ángeles de vida fue el licenciado Jorge Neaves quien era el Secretario de Acción Electoral del PRI Estatal, quien nos llevaba a los parques a limpiarlos y darles mantenimiento.

Estaba el gobierno municipal de Juan Blanco, alcalde panista y nosotros protestábamos trabajando por el descuido de los parques, eso decían las lonas que poníamos.

Los baches los pintábamos alrededor color blanco y hacíamos una historia en los correos electrónicos, ya que no había Faceboock poníamos leyendas como, “adopta el bache Blanco”.

Asimismo Neaves nos llevaba a realizar pintas en las bardas y nos ponía a convivir con los cholos, a fin de dibujar sus logos para que dejaran de graffitear los espacios públicos.

Un parteaguas en mi vida fue la campaña, “Por los Tarahumaras Vamos Derecho”, donde conocí a Brenda Acosta, el maestro de derecho que nos acompañó a Nonoava a llevar la ayuda que había reunido para los rarámuris, conoció las cuevas donde vivimos de niños.

Me preguntó aspectos sobre mi familia, sobre mi papá de tal suerte que cuando regresamos de haber entregado dos camiones llenos de ayuda para las familias indígenas, quedó muy consternado.

Cuando llevé con la materia de Derecho Penal, el maestro definió los delitos y al explicarnos las normas, fue cuando expuse de manera hipotética, lo que había sufrido mi mamá.

El abogado dijo que en ese caso en particular se podían configurar los delitos de violación, estupro, secuestro, trata y más, supe entonces que el hombre que había hecho todo eso era mi padre.

Al volver a ver al maestro, Francisco Chávez González, que nos llevaba a realizar actividades altruistas, me notó muy triste por lo que yo apenas acababa de comprender.

Durante el examen final me pidió que en lugar de exponer una ficha, le hablara sobre mi papá y después de charlar y comentar todo lo que había hecho sufrir a mi mamá me dijo que debía perdonarlo para ser feliz.

Ha pasado el tiempo y después de haberlo meditado mucho, logré perdonar a mi papá de corazón, entendí que me dio lo más importante que es la vida y aprendí a honrarlo.

¿Cómo incursionó en la política?

Todo me ha llegado siendo muy joven, a los 21 años me propusieron para ocupar la Secretaría General del Comité Municipal del PRI con Fernando Mendoza como Presidente.

Ahí me pidió sutilmente que acompañara a una persona experta en cambio de imagen porque yo vestía muy limpia pero muy humilde y fue la primera ocasión que visité Plaza del Sol.

Cuando me decían que si algo me gustaba, le veía el precio y les decía que no, hasta que me explicaron que el costo sería compartido y comprendí que el ser deprendida y compartida, es una acción que tarde o temprano se regresa.

Luego de que tomamos protesta, conservo una foto donde estoy muy formal pero al día siguiente, regresé a mi realidad de volver a mi ropa y llegar en el camión, incluso uno de los trabajadores me insinuó que necesitaba un carro para que me respetaran.

Le dije que llegando en camión me ganaría el respeto de todos, sobre todo de los presidentes seccionales que como yo llegaban en autobús a las reuniones.

El haber trabajado con Fernando Mendoza me hizo conocerlo y respetarlo más de lo que ya lo hacía, le aprendí muchas cuestiones de la política que han sido valiosas.

Al poco tiempo entré a la Administración Pública como jefa del Departamento de Vinculación con la Sociedad Civil de la Dirección de Atención Ciudadana, primero con Socorro Márquez y después con Erika Pazos, en el trienio 2010-2013 de Marco Quezada.

En la Administración 2013-2016, participé como candidata a regidora dado que el municipio de Chihuahua es el único lugar del país donde el priísmo realiza una elección de candidato a regidor en la estructura de los Presidentes Seccionales.

Nos tocó ganar y ocupé la regiduría en el gobierno de Javier Garfio, luego para la Administración 2016-2018, volví a ganar la selección de los seccionales, pero dado que triunfó Maru Campos, no alcance a entrar por mi quinto sitio en la Planilla.

Al terminar el trabajo partidista y de servidora pública, me dieron la oportunidad de entrar a la Facultad de Derecho como docente, tengo la maestría en Derecho Político y Administración Pública y también tengo la maestría en Derechos Humanos, actualmente estoy estudiando el doctorado en Administración Pública.

Me hice rotaria y fui presidenta de un Club Rotario en esta capital, también me toca ir a dar conferencias de Ángeles de Vida distintas partes.

¿Va a competir como candidata a diputada?

Sí, voy por el Distrito XVIII Local, que anteriormente siempre era ganado por el PRI, veo un área de oportunidad bastante grande, porque si hay personas que nos extrañan son los campesinos.

En el campo de Chihuahua estamos en el completo abandono, tanto del Gobierno Federal como del Gobierno Estatal, lo mismo ocurre en las Colonias de la ciudad que carecen de los servicios más básicos.

Voy a dejar el alma en los recorridos, conozco cada colonia y la problemática en este Distrito que nunca se lo habían arrebatado al partido y que como dije, vemos grandes posibilidades.

La anécdota:

Cuando llegamos de Nonoava a esta ciudad no conocíamos y ni siquiera sabíamos que era el shampoo, a nosotros mi mamá nos bañaba con el jabón de la ropa que finalmente servía para todo.

En una ocasión estando ya aquí, una de mis hermanas mayores compró un Shampoo en un bote grande y sin marca color rojo muy intenso, por lo que quise probarlo para saber que era y casi me vomite al sentir el desagradable sabor del jabón, jajajajaja.

 
 


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